En una familia matriarcal, como muchas familias colombianas, de mujeres valientes que sacan adelante a esos hijos e hijas que tal vez fueron negados, y olvidados, nací y crecí, como una hija insólita y afortunadamente consentida. De pequeña conté con la compañía de un primo al que quiero profundamente, recuerdo cómo me gustaba ir al parque para verlo con su uniforme naranja de defensa civil, y también, cuando decidió regalarse al ejército nacional.