Países Bajos

Martin Broek

Las industrias de la defensa que se benefician de las leyes fiscales holandesas son doblemente cínicas. Además de las objeciones éticas de su trabajo, la industria de la defensa está evadiendo los mismos impuestos que son usados por sus gobiernos para mimarlos: para comprar sus productos, subvencionar sus investigaciones y facilitar sus exportaciones.

Frank Slijper

Tras la sangrienta represión de la plaza de Tiananmen de Pekín en 1989, la Unión Europea (y EEUU) ordenaron un embargo de armas que se aplica hasta hoy. Desde la perspectiva de los derechos humanos esto está totalmente justificado: la situación sigue siendo terrible y los intentos de llevar a cabo reformas democráticas han fracasado antes de empezar. A la vez, el embargo está también motivado políticamente para mantener China lo más pequeña posible en términos militares. Mientras que la relación económica con China ha crecido, la cooperación militar sigue siendo con razón un asunto espinoso. A pesar de ciertas grietas en el embargo, éste no será cancelado en breve. Sin embargo es una incógnita cuánto durará el bloqueo con una China que amplia su base poder.

El Fondo Marshall Alemán de los Estados Unidos realiza anualmente una encuesta sobre las “tendencias transatlánticas” más importantes, la cuales pueden brindarnos algunas lecturas interesantes. Una de las preguntas es: “Por favor dinos hasta qué punto estás de acuerdo con el siguiente enunciado: bajo ciertas condiciones, la guerra es necesaria para obtener justicia.” (Q29.2). Las respuestas son reveladoras (ver el gráfico).

El 10 de marzo la Corte de Apelaciones en La Haya dejó fuera de cargos a Guus Van Kouwenhoven - miembro de círculo cercano de Charles Taylor –, acusado de quebrar el embargo de armas contra Liberia impuesto por las Naciones Unidas.

“El régimen barbárico de Charles Taylor fue financiado y mantenido por los ingresos generados por el comercio maderero, del cual Guus Van Kouwenhoven era una de sus protagonistas.

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