Red antimilitarista de Latinoamérica y el Caribe

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Pareciera que siempre estamos anunciando un nuevo intento de cooperación de organizaciones antimilitaristas en Latinoaméricana y el Caribe. De tiempo en tiempo es bueno determinar cuando se termina una etapa y cuando empieza otra, pero al mismo tiempo estar pretendiendo inventar la rueda, o enfocar energías en construir algo diferente puede ser desgastador y posiblemente irreal. Cuando hablamos de la Red Antimilitarista de Latinoamérica y el Caribe, hablamos de un esfuerzo reciente de cooperación pero al mismo tiempo del resultado, y de alguna forma, la continuación de esfuerzos anteriores. La mayoría de los grupos que participan de la red fueron en su tiempo miembros de la ROLC (Red de Objeción de Conciencia de Latinoamérica y del Caribe) y su posterior transformación en CLAOC ( Coordinadora Latinoamericana Antimilitarista y de Objeción de Conciencia). El énfasis principal, como lo expresan los nombres, estaba en la objeción de conciencia (OC). La OC tiene la característica de reunir a grupos de variadas tradiciones, dependiendo del énfasis que se le da. Pueden ser organizaciones con un marcado índole antimilitarista al ver en el servicio militar uno de los ejemplos más claros del poder del militarismo en nuestras sociedades, como lo puede ser desde una perspectiva de los Derechos Humanos, con el énfasis más en el derecho de la persona a optar el no cargar armas. Así fue que dentro de las experiencias de la ROLC, y posteriormente de la CLAOC, existieron grupos expresando el abanico que representa la OC. Esta diversidad, en si misma, puede verse como una riqueza para el movimiento pero al mismo tiempo manifiesta grandes diferencias que con el correr del tiempo, si no son clarificadas, pueden y llevan a malos entendidos, falta de confianza y finalmente la imposibilidad de cooperación.

La red antimilitarista al provenir de esta historia, trae consigo toda una carga histórica que ha significado la necesidad de como se dice - empezar de nuevo. Es difícil decir cuando fue que este nuevo esfuerzo empezó, una opción es ir al encuentro del Día Internacional de Objeción de Conciencia del 2004 celebrado en Santiago, Chile, donde se realizó una reunión de la CLAOC donde se reconocía que estaba inactiva. El encuentro, a pesar de ser dentro del marco de la objeción de conciencia, tuvo un claro enfoque antimilitarista y con un intento de reactivar la cooperación regional. Otro momento puede ser identificado en la propuesta presentada a la Internacional de Resistentes a la Guerra (IRG) por parte de Yeidy Rosa y Xavier Leon Vega de crear una oficina para latinoamérica de la IRG. Esta propuesta incluía un proceso de consulta con las diferentes organizaciones en cada país para identificar cuáles eran las necesidades de cooperación y cómo esta podría funcionar mejor. Desde un principio fue claro que no se necesitaban nuevas institucionalidades – una oficina – pero sí un espacio para el diálogo, el compartir experiencias y la articulación de esfuerzos.

La IRG a lo largo de los años había tenido relación con la mayoría de las organizaciones pertenecientes a estos esfuerzos de cooperación regional, donde varias organizaciones incluso son miembros de la IRG. A lo largo de los años la IRG en sus encuentros contó con la presencia de representantes de estas organizaciones e incluso se trabajó en la organización en encuentros en conjunto, como en Medellín 2003. Pero existía la percepción de la IRG como algo lejano, sin claridad de cómo funciona y muy europea. Muchas de estas percepciones siguen presentes.

Como Internacional, fue muy claro desde un principio el interés en apoyar el nuevo esfuerzo de cooperación latinoamericana, al entender que para el trabajo internacional lo primero es el construir alianzas regionales. La IRG siempre respetó la autonomía del proceso pero ofreció facilitar el mismo. El primer paso fue el crear una lista de correos electrónico (irg-al@lists.wri-irg.org) que nos permitiera el contar con un espacio para el intercambio. Es un hecho que la lista ha facilitado la comunicación de la red, pero al mismo tiempo es un grupo reducido el que contribuye, a pesar que mucha gente pide sumarse a la lista, muy pocas realmente contribuyen a ella. Es el desafío de la participación pasiva y cómo transformarla en una activa.

La lista ha creado el poder como red para producir comunicados en respuesta a temas contigentes como fue el aumento de la conflictividad entre Venezuela, Colombia y Ecuador en marzo de 2008, o ante el golpe de estado en Honduras. Estos comunicados fueron un primer paso en la posibilidad de actuar de forma coordinada. El dar nuevos pasos con acciones más concretas no ha sido algo fácil. Principalmente porque no existe claridad de los objetivos comunes como red ni una forma clara de toma de decisiones y muchas veces se depende de que “alguien” tome la iniciativa.

Desde el 2006 al 2010, representantes de varias de las organizaciones de la red se han reunido durante encuentros internacionales de la IRG, permitiendo el ir avanzando el proceso de colaboración, al mismo tiempo que haciendo más visible a Latinoamérica dentro de la misma IRG. Un problema si es que muchas veces la red no ha tenido mayor voz sobre quiénes de Latinoamérica asistirían a estos encuentros, y a falta de encuentros en la región estos fueron los espacios para la discusión de la coordinación pero dentro del contexto de la IRG, cuando claramente existe la necesidad de como red poder encontrarnos y tomar nuestras propias decisiones.

En mayo de este año aprovechando la realización del Día Internacional de la Objeción de Conciencia en Asunción, Paraguay, se realizó una reunión con representantes de gran parte de las organizaciones de la red, lo cual fue un gran paso en el trabajo conjunto. De las diferentes reuniones sostenidas han salido un gran número de ideas, el problema es que casi ninguna de estas después tiene la continuidad necesaria.

Como red todavía nos hace falta encontrar cuáles son exactamente nuestros puntos de encuentros. Nos llamamos antimilitarista, pero no sabemos a qué nos referimos con esto, ya que vemos representadas en la red variadas formas de organización como de lucha. Para esto tenemos que analizar las diferentes formas de militarismo en nuestra región, y cómo este militarismo se va transformando y cómo su expresión se va manifestando en diferentes sectores sociales. Una clara muestra de esto es el aumento de políticas de “seguridad ciudadana” con su manifestación mas clara en criminalización de la protesta social en la mayoría de los países, la militarización de nuestras comunidades en favor de la explotación de los recursos naturales, el sostenido aumento de gasto militar, la militarización de nuestros cuerpos y del discurso desde el conservadurismo como del floreciente progresismo.

Todxs en la red decimos que queremos una articulación regional, pero al mismo tiempo nos vemos sobrepasadxs por nuestras conyunturas locales. La pregunta es cómo pasamos de una articulación electrónica y pasiva a una activa, ese es el desafío que tenemos como antimilitarista y al cual les invitamos a sumarse.

Javier Gárate

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