Hacia un horizonte ecosocial

Quincy Saul

Editado porHannah Brock de WRI, de la extensa trilogía de ensayos “War, Peace and Crossfire in Cape Town" escrita para la conferencia de julio de 2014 "Small Actions, Big Movements”, disponible en línea aquí.

Los vientos del cambio climático llenarán las velas de los barcos de guerra, bombearán los fuelles dónde las armas se forjan y llenarán los tanques.

Las predicciones ecológicas para el siglo XXI son suficientes para justificar las comparaciones con la peor de las pasadas catástrofes humanas1. Y esto es sólo el principio. Si el caos climático será devastador y catastrófico, la reacción humana podría ser peor. Las viejas guerras se intensificarán y surgirán nuevas guerras. Los que se dedican a oponerse a la guerra nunca han hecho frente a un mayor peligro o u mandato más inmediato; y el horizonte de su incansable dedicación es el cambio climático. El cambio climático es el prerrequisito y la esencia para la paz en el siglo XXI en adelante.

La mayor parte de la humanidad, que vive cerca del suelo y mira al cielo, vive la urgencia y conoce los peligros. Además, parece que los que habitan en el Norte Global no lo han entendido. Algunos se refugian en el aislamiento y la supervivencia; “la política del bote salvavidas equipado” 2. Al evitar la acción colectiva ilegal y desestimar una gran visión de imagen, estamos siguiendo una fórmula para la seguridad personal temporal a costa de un peligro universal permanente.

¿A qué se debe esto? Para trazar un posible camino hacia la paz, primero tenemos que entender qué es lo que nos lastra.

¿Que haría Biko?

“Nuestra originalidad e imaginación se han nublado hasta el punto de que cuesta un esfuerzo supremo actuar con lógica incluso para seguir nuestras creencias y convicciones”(Biko 19)

¿Os suena de algo? Conocemos la ciencia del clima y reconocemos los peligros, sabemos cuáles son nuestros principios y seguimos sin actuar. Y cuando actuamos, raramente lo hacemos en una escala proporcional a nuestra crisis.

Biko advirtió de que el principal peligro al que se enfrentaba su comunidad era “estar tan condicionada por el sistema como para hacer que incluso nuestra más apreciada resistencia encaje en el sistema, tanto en medios como en objetivos…No sólo han …….sino que le han dicho cómo reaccionar al golpe.” (Biko 40 y 72). Así que respondemos al desastre climático con mercados de carbono y a las nuevas guerras con protestas. Este condicionamiento de nuestra resistencia ha sido institucionalizado como nunca antes con el dominio de los complejos industriales sin ánimo de lucro, a través de los cuales la clase dirigente diseña y dirige su propio partido de la oposición3. Así que, más que nunca, tenemos que hacer caso de las advertencias de Biko: “Al componer una estrategia, a menudo tenemos que tomar conciencia de la fortaleza del enemigo y, según mi valoración, todos los que queremos luchar dentro del sistema subestimamos por completo la influencia que tiene el sistema en nosotros”. (Biko 41)

La influencia del sistema no es sólo institucional. No es sólo que el World Wildlife Fund (Fondo Mundial para la Naturaleza) saque dinero de la industria energética sucia – la corrupción es mucho más profunda. Nuestra originalidad e imaginación se han nublado, así que también nuestra resistencia4. Parece que no sólo no somos incapaces de preparar un cambio efectivo, sino también de comprender nuestros propios fracasos. No acabamos con la economía de guerra basada en los combustibles fósiles porque no podemos imaginar la vida sin ellos.

Así que hacemos lo que podemos para cambiar el Armagedón5 con toda clase de falsas soluciones: financiación del carbón, impuestos sobre el mismo, el lío habitual de las peticiones y políticas electorales y, lo más despreciable de todo, la geoingeniería6. Estas falsas soluciones no pueden estar mejor descritas que por Biko: «La idea es dar la impresión de que actúan en nuestro beneficio, mientras se trabaja contra nuestra propia existencia» (Biko 90).

Justicia climática

Para evitar esto, tenemos que determinar lo que queremos. “Justicia climática” es un término sumamente extenso si uno respeta la profundidad de sus implicaciones. Más literalmente, significa justicia global; no sólo para los humanos, sino para todas las especies y todos los ecosistemas. Requiere no sólo la estabilización y reducción de las emisiones de carbono, sino poner fin a toda destrucción del ecosistema.

Entonces, ¿qué se necesita para una justicia climática? Mientras muchos hacen campaña para realizar reformas progresivas o para objetivos en cuanto a emisiones y temperatura que toleran la extinción en masa y el genocidio, Philip Sutton sostiene persuasivamente lo contrario: « No tiene sentido perseguir objetivos que, una vez alcanzados, seguirían creando condiciones insostenibles»7. El objetivo, explica, es « separar al 100% la economía del daño medioambiental». Además, técnicamente es posible empezar inmediatamente. Inspirándose en la experiencia de la Segunda guerra Mundial, cuando los gobiernos tomaron el control de la industria privada, reestructuraron y produjeron no por beneficio sino por uso, Sutton aboga por “la movilización holística de tiempos de guerra”.

¿Cuál es nuestro programa para esto? A diferencia de los eternos movimientos por la paz, la justicia y la dignidad, el movimiento de justicia climática8 tiene fecha de caducidad. Mientras que los principios de la justicia climática resultarán ser guías duraderas independientemente de la temperatura, los derechos de las futuras generaciones (humanas y no humanas) se ganarán o se perderán en la década siguiente. Pero todavía hay tiempo de cambiar el curso de la situación.

En vista de esta emergencia, debemos hacer una franca valoración de nuestros movimientos. A pesar de que se está haciendo un buen y noble trabajo por parte de los movimientos medioambientales, no es ni de lejos suficiente. El triunfalismo de congregar a grandes cantidades de personas se volverá amargo a posteriori si las acciones no empiezan rápidamente a tener efectos concretos en las emisiones de carbono y en la protección de la biodiversidad. Por lo que nuestros movimientos tienen que ser mucho más grandes, tanto en cantidad como en calidad.

No necesitamos más datos, más tiempo para desarrollar las condiciones necesarias ni más análisis de la coyuntura.

Tenemos que actuar ya. ¿Pero cómo?

Satyagraha

Frente a las protestas políticas ritualizadas que no nos han llevado a ninguna parte, tenemos que imaginar otra forma y contenido en las políticas. Una llamada de la satyagraha por el clima, que surgió a raíz de la conferencia de WRI en Ciudad del Cabo, Sudáfrica (julio 2014), nos insta a considerar el espíritu desatyagraha como marco de nuestros movimientos por la paz y la justicia climática. Liderada por Ghandi pero practicada por millones de personas, satyagraha es una acción y un modo de vida. Traducida de diversas maneras, como “fuerza de la verdad” y “poder del alma”, es un método de transformación personal y de acción colectiva.

El concepto de satyagraha abarca todo, poniendo el mismo énfasis en la propia purificación y en el cambio en el sistema. Es primordial una llamada al sacrificio personal. “Las cosas de vital importancia para las personas deben comprarse con su sufrimiento”, insistía Ghandi. Satyagraha es una llamada a la gente de cierto privilegio para que rompa con las comodidades espiritualmente venenosas que les fueron concedidas.

La sociedad capitalista ha prosperado en la erradicación de la auténtica espiritualidad9. Además, el aumento del fundamentalismo indica que la gente de esas sociedades está insatisfecha con el nihilismo y la esquizofrenia del consumismo y del imperio como modo de vida. La gente quiere un sentido más profundo en sus vidas y están dispuestas, incluso deseosas, a hacer sacrificios por un futuro mejor.

Satyagraha llama a que abandonemos el sectarismo y veamos a los adversarios como posibles aliados. Dado que, como siempre, toda vida en la tierra está amenazada por la prolongación de la opresión, quizás nunca antes ha habido un electorado tan amplio a favor de la satyagraha. El 99% se basa en la vital importancia de la unidad en defensa de la Madre Tierra.

Satyagraha es un camino prefigurado para la paz. Requiere la inclusión de políticas que celebran, y luchan por intensificar, la unidad de medios y fines. La satyagraha debe ser un ejemplo, en todos los aspectos, de los objetivos del movimiento y el cambio que quieren ver en el mundo. 

De Satyagraha a Ujamaa

No es suficiente acabar con la Guerra o parar la extracción de combustibles fósiles. De hecho, esto es imposible de concebir incluso aisladamente. El sistema mundial debe cambiarse y el movimiento para el cambio debe prefigurar la alternativa. Hay que construir el nuevo mundo y desmantelar el viejo; y estas acciones forman parte de un mismo proceso.

En una conferencia internacional de Sudáfrica, en 2006, representantes de 14 países y 107 organizaciones se congregaron en el 100 aniversario de la primera satyagraha de Ghandi para tratar y debatir el significado y la relevancia de la satyagraha en el siglo XXI. En aquel entonces, se hizo una relación entre satyagraha y el concepto de ujamaa de Julius Nyerere, o socialismo de la comunidad africana10. Ujamaa no es solo una teoría, sino una práctica: un modo incipiente de producción y una visión del socialismo cuyo núcleo es la economía de pueblo cooperativa. Desde los tiempos de Nyerere, ni la teoría ni la práctica del ujamaa handesaparecido11. En una era de caos climático, ujamaa es una teoría y una visión de un retorno a la fuente, al camino y al destino que tiene como fin cumplir los objetivos de los movimientos para acabar con la guerra y la economía de combustibles fósiles.

Hace dos años, las estancias del Ayuntamiento de Ciudad del Cabo estaban llenas de historias de horror y dolor, de sufrimiento y sacrificio. Las emociones se disparaban por las diferencias de contexto y de circunstancias. Pero sobrevivir al mapa de un continente y a un mundo en guerra fue el recordatorio y la promesa de una humanidad común que busca nuevos horizontes.

Notas

1El arzobispo Desmond Tutu advirtió en 2008 de que, si no se actuaba eficazmente para prevenir el desastre climático, el conjunto de los efectos costaría la vida a 185 millones de personas solamente en África a finales de siglo (http://www.youtube.com/watch?v=onSHD4sAuB4). Desde entonces, las valoraciones de los científicos que él iba citando se han vuelto cada vez más serias. No sólo han sido ecologistas serios los que han advertido de que la propia civilización humana está en juego, sino también la NASA. (Estudio financiado por la NASA: Industrial Civilisation Headed for 'Irreversible Collapse'?,” por Nafeez Ahmed, The Guardian, Marzo 2014)

2Ver Tropic of Chaos: Climate Change and the New Geography of Violence, by Christian Parenti, 2012

3The Revolution Will Not Be Funded: Beyond the Non-Profit Industrial Complex, editado por INCITE! Women of Color Against Violence, South End Press 2009. Ver también Foundations and Public Policy: The Mask of Pluralism, por Joan Roelofs, 2003

4 “Like A Dull Knife; Reflections on the People's Climate Farce,” por Quincy Saul, Truthout, Septiembre 2014

5The Struggle Within: Prisons, Political Prisoners and Mass Movements in the United States, Dan Berger PM Press 2014, pviii

6No joke: See Earthmasters: The Dawn of the Age of Climate Engineering, por Clive Hamilton, 2013

7 “Restoring a Safe Climate at Emergency Speed, Strategy for Discussion” presentación dePhilip Sutton, RSTI, 2014

8 “The Bali Principles of Climate Justice,” 2002: www.ejnet.org/ej/bali.pdf

9History and Spirit: An Inquiry into the Philosophy of Liberation, por Joel Kovel, 1991

10 Para ver un archivo de esta conferencia, que incluye tanto una declaración general como resúmenes de las presentaciones, ir a http://sapf.blogspot.com/2006_10_01_archive.html

11Para un ejemplo actual de ujamaa en acción, ver el trabajo en Tanzania de la United African Alliance Community Center: http://www.uaacc.habari.co.tz/

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