La guerra empieza aquí – la militarización de Suecia

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Cattis Laska

La máquina mundial de guerra mata cada año, directa o indirectamente, millones de personas, destruyendo comunidades enteras y destruyendo la naturaleza. En contra de la imagen que se tiene de Suecia, tanto en el país como fuera de él, Suecia es un país que juega un papel importante dentro de la industria bélica. Suecia es el mayor exportador de armas per cápita, Suecia participa en la guerra de la OTAN en Afganistán y Suecia posee el mayor campo de prácticas militares dentro de sus fronteras.

Suecia está en guerra y es una guerra que se libra en nuestro nombre aunque nunca se nos ha preguntado. Es una guerra que se utiliza para mantener un orden mundial injusto para que una pequeña élite mundial pueda mantener su poder político y económico. Aunque Suecia no forma parte oficialmente de la OTAN, la mayoría de los soldados suecos trabajan bajo la bandera de dicha organización. Además Suecia cuenta con una embajada en la sede de la OTAN en Bruselas.
El invierno pasado, Wikilieaks filtró documentos de la embajada estadounidense en Suecia mostrando que nuestra “política de neutralidad” es pura mentira y que los trabajadores en la embajada de EEUU en Suecia están al corriente de que Suecia juega un papel activo en la OTAN.

En febrero y marzo de 2011, Ofog realizó una gira de conferencias en Suecia para hablar de la guerra, el militarismo y de cómo Suecia está involucrada en guerras en el mundo. Las conferencias se centraban sobre todo en la zona de entrenamiento militar NEAT (North European Aerospace Testrange) en Norrbotten, utilizada por la OTAN y los Estados Unidos, entre otros, para lanzar bombas sobre objetivos de prueba. Durante la gira, preguntamos a aquellos con los que nos encontrábamos, cómo veían el militarismo en sus vidas, y quedó claro que el militarismo y la política bélica de Suecia es algo de lo que no se habla demasiado. Y esto ocurre a la vez que aumenta la militarización de Suecia en muchos lugares del país y a varios niveles. Se trata del aumento de las zonas de entrenamiento militar, las campañas publicitarias de las Fuerzas Armadas y un ejército que cada vez tiene más influencia en nuestra sociedad.

NEAT es la zona de entrenamiento militar más grande de Suecia, pero no la única. Tanto en Gotemburgo como sobre el lago Vättern, las Fuerzas Armadas han solicitado un aumento de ejercicios militares. En el lago quieren aumentar el actual número de días de prácticas, de 20 a 80 días por año, para poder llevar a cabo disparos y ejercicios aéreos con JAS 39 Gripen. En la actualidad, en Gotemburgo, las Fuerzas Armadas tienen permitido disparar 1,3 millones de disparos durante 115 días al año en comparación a los 100.000 disparos durante 25 días que tenían antes.

Otro aspecto de la militarización que está teniendo lugar en Suecia es la transformación de sus fuerzas armadas, que han pasado de ser simplemente una fuerza de defensa a convertirse en un ejército profesional y un poder de ataque. El verano pasado se abolió el reclutamiento militar y por ello las Fuerzas Armadas invirtieron en una campaña (por valor de 2,5 millones de euros) para darse a conocer y reclutar más soldados. La campaña se basaba en la idea de que todos los problemas del mundo (tanto imaginarios como reales: inundaciones, desastres naturales, la “violación de las fronteras suecas”, etc), deberían resolverse por medios militares. A aquellos que no pensaban que era una buena solución, no merecía la pena escucharles pues no tenían “lo que hace falta para tener una opinión”. Cuando el ejército ya no recibe un número automático de soldados a través del reclutamiento, tiene que promover el militarismo. Muchos de los jóvenes que conocimos durante nuestra gira habían recibido una carta en la cual se les animaba a entrar en la página web del ejército para comprobar si eran lo suficientemente buenos para ser soldados. La profesión de soldado se comercializa como un trabajo atractivo donde hay que ser lo suficientemente inteligente, rápido y fuerte. La intervención militar se comercializa como la única manera por la cual se puede hacer algo realmente; la alternativa es no hacer nada. La reestructuración militar también significa que otras partes de la sociedad se ven afectadas y arrastradas por la militarización. El Servicio de Empleo ahora forma parte de la maquinaria de guerra como distribuidor de empleos militares.

Pero no aceptamos formar parte de la guerra y el militarismo. No aceptamos el hecho de que Suecia esté en guerra, que las armas que disparan a personas en los movimientos de resistencia, manifestantes y aquellos que luchan por la paz, sean fabricadas de norte a sur en Suecia. No aceptamos que los aviones de combate no tripulados que dejan caer bombas sobre civiles en Afganistán y Pakistán, se prueben y practiquen en Norrbotten y que los soldados que forman parte del ejército de ocupación de la OTAN sean enviados desde aquí. El hecho de que la guerra comience aquí significa que tenemos la oportunidad y el deber de detenerla. Podemos marcar los lugares donde comienza la guerra, podemos interferir con los preparativos y los entrenamientos; es aquí y ahora cuando podemos construir un mundo justo y sostenible en lugar de apoyar aquello que lo destruye. Este verano les invitamos a un campamento internacional de acción en Luleå en contra del campo de prácticas militares más grande de Europa, NEAT, en Norrbotten. Juntos, mostramos que no aceptamos que la guerra comience ni aquí ni en ningún otro lugar.

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