La OTAN y el tráfico de mujeres

Artículo en El Fusil Roto No 81, febrero 2009 en la edición cerrar la OTAN.

Sian Jones

Las mujeres tienen multitud de relaciones con los ejércitos: mandan regimientos, se alistan como soldados, trabajan en la industria de armamentos, limpian las cocinas y los baños de las bases militares ... o se oponen a los militares en las protestas y los campamentos de paz. Algunas mujeres tienen poca elección sobre su relación con los militares: son asesinadas, heridas, obligadas a abandonar sus hogares, y sufren los conflictos armados. Otras son reclutadas, a veces, "voluntariamente", pero muy a menudo a la fuerza, para prestar servicios sexuales al personal militar. Muchas de ellas son mujeres y niñas víctimas de la trata con fines de prostitución forzada.

El conflicto en la ex Yugoslavia dio lugar a la presencia de alrededor de 30000 miembros del personal de la OTAN en Bosnia y Herzegovina en 1995, y unos años más tarde habría 40.000 en Kosovo. Para servir a los hombres, se creó una gran industria del sexo basada en el tráfico por la fuerza en estos países y en Macedonia, la sede de la instalación R&R de la OTAN.

Cuando las infraestructuras están devastadas, el desempleo es masivo y apenas funciona la economía, el tráfico proporciona a la delincuencia organizada y a "personas emprendedoras" una forma fácil de entrar en la "economía de libre mercado". La OTAN crea la demanda: se estima que los miembros de las fuerzas de la OTAN gastaron más de 40 millones de dólares al mes en compras en los Balcanes, entre el 24 de marzo y 10 de junio de 1999. Los países post-comunistas de Europa del Este que experimentan dificultades económicas, como Bulgaria, Ucrania, Rusia, Rumania y Moldavia, proporcionan la mercancía - las mujeres y las niñas.

Algunas simplemente estaban dispuestas a viajar a "occidente", con la promesa de buenas perspectivas de empleo como camareras, personal de bares o bailarinas, con salarios que en casa sólo podían soñar. Si bien algunas comprendieron que tenían que entrar ilegalmente en los Balcanes, no estaban preparadas para la violencia y la explotación sexual que les esperaba allí. Durante el proceso de la trata las mujeres son coaccionadas, amenazadas, golpeadas y violadas por los traficantes, para mantenerlas obedientes. Se les retiran sus documentos, su movimientos están controlados, a menudo son encerradas. Los salarios prometidos nunca se materializan. Son retenidas por los traficantes para pagar la supuesta "deuda" de la mujer (para la ropa y maquillaje, por ejemplo) o simplemente para evitar que se escape.

En Bosnia y Kosovo algunos soldados, junto con contratistas de la OTAN y policía de la ONU, participaron activamente en el proceso de la trata, recibiendo a mujeres y niñas víctimas de la trata de en las fronteras, introduciéndolas en las bases militares y actuando como proxenetas. Durante años, la OTAN hizo caso omiso de lo que estaba sucediendo, sugieriendo que los malhechores no eran más que unas pocas "manzanas podridas". Esta complicidad se amplió en 2002 para cerrar una investigación por parte de personal de la OTAN en Kosovo sobre el abuso a mujeres de Ucrania y Rusia por soldados rusos, que también eran sospechosos de estar involucrados en el tráfico. La investigación se detuvo a fin de no poner en peligro las relaciones de la OTAN con Rusia.

Tal vez debido a su historial de explotación sexual en otros lugares, los EE.UU. trataron de impedir la participación de sus fuerzas en la trata y explotación de mujeres y niñas en Bosnia y Kosovo. A su personal se le prohibió salir de las bases, salvo en misión oficial. Sin embargo, esto no impidió que a las mujeres se las introdujese de contrabando en las bases, ni el desarrollo de una industria del sexo basada en la trata en la ciudad de Ferizaj en Kosovo, justo junto a Bondsteel, la mayor base de EE.UU. en el este de Europa.

En la Cumbre de 2004 en Estambul, la OTAN adoptadó una política contra la Trata de Seres Humanos en que se describe el tráfico de seres humanos como un delito, una violación de los derechos humanos y un "moderno comercio de esclavos que alimenta la corrupción y la delincuencia organizada". Sin embargo, para la OTAN el tráfico de seres humanos es principalmente un asunto de seguridad. Así, su política llegó a sugerir que tiene el potencial de "desestabilizar gobiernos frágiles". Así, mientras que la política reconoce que las fuerzas de la OTAN son parte del problema, y se prevé "garantizar las normas de comportamiento individual", no prohíbe explícitamente a las fuerzas de la OTAN realizar o facilitar el tráfico, o tener relaciones sexuales con mujeres víctimas de la trata. Los contratistas privados contratados por la OTAN pueden ser penalizados por su participación en el tráfico, pero en los pocos casos conocidos tan sólo fueron repatriados.

En teoría todas las fuerzas de la OTAN reciben entrenamiento sobre "el problema de la trata y de cómo este moderno comercio de esclavos atenta contra los derechos humanos, la estabilidad y la seguridad". Se les dan directrices que prohíben su participación en el tráfico, y en Kosovo se les prohibió visitar clubes y bares donde trabajaban las mujeres víctimas de trata. En la práctica, sin embargo, esta política ha fracasado debido a que cada país miembro de la OTAN es libre de decidir cómo interpretarla. Si bien en una o dos ocasiones la OTAN ha castigado a soldados implicados en el tráfico, la inmunidad judicial otorgada a las fuerzas de la OTAN implica que nunca se haya procesado a traficantes de la OTAN sospechosos.

Para las feministas antimilitaristas, la oposición a la OTAN incluye proponer alternativas a la seguridad militar. La verdadera seguridad significa que las mujeres y las niñas puedan vivir sin violencia, sin coacción alguna, y libres de la pobreza que las empuja a las manos de los traficantes. La OTAN debería empezar a tomar en serio su política de lucha contra la trata y comenzar a actuar para proporcionar a las mujeres una seguridad real.

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