Mujeres-contra-la-OTAN: Un argumento feminista

En abril de 2009, como parte de las movilizaciones en contra de la Cumbre de la OTAN en Estrasburgo, No-to-NATO (no a la OTAN) organizó una “contraconferencia” durante la cual unas cuarenta mujeres provenientes de países miembros de la OTAN organizaron un taller con el título “mujeres contra la OTAN: un argumento feminista.[1] Algun@s de nosotr@s hemos seguido en contacto por correo electrónico y continuamos trabando en ello. Así, esperamos que las acciones no violentas de las mujeres marquen la próxima Cumbre de la OTAN en Lisboa (Portugal), prevista para el próximo mes de noviembre.

¿Cuál es nuestro “argumento feminista” en contra de la OTAN? De alguna manera, coincide con los argumentos empleados en contra del militarismo y la guerra en general. Es decir, somos conscientes de las consecuencias que tienen para las mujeres, así como de la dañina separación de roles, activos y pasivos, hacia los que se ven arrastrados ambos sexos. Asimismo, hacemos hincapié en el hecho de que las relaciones entre personas de distinto sexto, tal y como las conocemos y vivimos actualmente, son relaciones de poder y desigualdad basadas en la violencia. Estas relaciones incluyen la construcción social de la masculinidad como algo bélico. La verdadera hombría, para ser tal, requiere una buena disposición a usar la fuerza en defensa del “honor”; mientras que la feminidad está relacionada con la pasividad y el victimismo. Las mujeres que quieren escaparse de este estereotipo femenino no tienen más alternativa que la de imitar el modelo masculino. Esta cultura de género dicotómica es una de las causas duraderas que subyacen tras la guerra, pues genera una predisposición entre nuestras sociedades a tomar las armas, como una forma normal y aceptable de solucionar conflictos políticos. Por consiguiente, las activistas feministas hacen un llamamiento a la transformación de las relaciones entre las personas de distinto sexo como elemento esencial del movimiento de lucha contra la guerra.

¿Cómo se extrapola esto a la lucha contra la OTAN? Pues bien, es importante destacar que, como no podía ser de otra manera, todas las mujeres que forman parte de nuestra lista de correo “mujeres contra la OTAN” comparten las mismas tesis que todos aquellos que se oponen a la OTAN. Por resumirlo de alguna manera, que la OTAN es un instrumento de la Guerra Fría que debería haber cerrado cuando se vino abajo el Pacto de Varsovia; que se trata, sobre todo, de una herramienta creada en favor de los intereses económicos y militares de EE.UU. y, aunque en menor medida, de las potencias post-coloniales del Occidente de Europa; y que su actual estrategia de ampliación, junto con su creciente carácter “expedicionario”, la convierten en una amenaza para la paz mundial. Asimismo, la existencia de la OTAN desobedece abiertamente el Derecho internacional y los principios de la ONU, promueve el crecimiento de la militarización en la Unión Europea e introduce a sus estados miembros en el círculo vicioso de las armas nucleares y los sistemas MDI, en los que sigue insistiendo EE.UU.

Sin embargo, más allá de esta crítica general de la OTAN, apreciamos la existencia de una alianza desde la perspectiva del género. La OTAN es una gran alianza de Estados. Nira Yuval-Davis y otras estudiosas del feminismo han demostrado que existe una distinción de género en el concepto de “nación”. Asimismo, han mostrado la existencia de cierta interrelación entre nacionalismo y patriarcado, y han revelado la utilización y explotación de las “mujeres” por parte de las naciones y los nacionalistas. La OTAN es el producto de una construcción de la Guerra Fría, en la que el mundo está dividido en dos “bloques” de Estados, campeones entre las ideologías rivales. Durante el taller que tuvo lugar en Estrasburgo se habló de la “lógica patriarcal” de los bloques, una hermandad de naciones armadas en busca de enemigos fantásticos mucho después del fin de la Guerra Fría.

Por otro lado, las mujeres también han aportado argumentos para la lucha por el cierre de las bases militares y de producción de la OTAN en nuestros países. Si bien se trata de un asunto que concierne especialmente a las fuerzas armadas de los Estados miembro, son, sin lugar a dudas, una parte integrante de las fuentes de la OTAN en Europa. Algunas mujeres escribieron ponencias para los talleres sobre las penosas consecuencias de las instalaciones militares para las vidas de las mujeres de las comunidades vecinas. También describieron las acciones directas noviolentas de las mujeres ante alambradas y controles de seguridad, en las que se quejaban de la contaminación tóxica, el peligro de radiación, el ruido y la degradación de las zonas como consecuencia del uso militar de la tierra. Asimismo, protestaban por la explotación sexual y la violencia sufrida por las mujeres a manos de los militares. En Bosnia y Kósovo, la ONU y las fuerzas de la OTAN no sólo crearon una industria sexual de límites insospechados, sino que los soldados, junto con contratistas de la OTAN y policías de la ONU, participaron activamente en delitos de trata de mujeres, recibiendo a mujeres y niñas con las que se había traficado en las fronteras, metiéndolas a escondidas en las bases militares y haciendo de proxenetas. Si bien la OTAN adoptó una Política contra la trata de seres humanos, no se ha procesado a ninguno de los supuestos traficantes de la OTAN.[2]

Por otro lado, la perseverancia de este “sistema de la OTAN” tras la caída de la Unión Soviética ha imposibilitado el acceso por parte de los países europeos a los “beneficios reportados por la paz”, al reducir sus fuerzas armadas y humanizar su postura internacional. Todo lo contrario, les ha obligado a mantener un alto nivel de militarización que masculiniza y deforma la vida cotidiana. También ha fomentado la militarización de la Unión Europea, haciendo que la alianza económica a la que nos unimos como garantes de cooperación y harmonía, se convierta en otra máquina de hacer guerra. También se ha dicho que la UE está dando esta imagen tan “dura” como respuesta a las acusaciones de los dirigentes de EE.UU. que la han tachado de potencia civil femenina y blanda. Los líderes europeos quieren jugar con “los más fuertes”.[3] El compromiso de contribuir con una fuerza europea y con la OTAN al mismo tiempo exige grandes inversiones militares por parte de los países miembros. Las feministas afirman que esto reduce los gastos en educación, sanidad y vivienda, tan necesitados por las mujeres, ese sexo que sigue ocupándose de la mayor parte de la carga familiar.

Por último, las feministas critican el papel de la OTAN como autor de guerras. Los efectos de la guerra son particularmente diferentes para ambos sexos. Cada vez se cuentan más mujeres y niños entre las víctimas. La mayoría de los desplazados y refugiados son mujeres que intentan mantener a sus familias en circunstancias imposibles. Muchas de ellas se quedan viudas y, por tanto, pierden la posibilidad de gozar de unas condiciones de vida dignas. La violencia contra las mujeres se intensifica antes y después de una guerra. Podemos ver ejemplos de todo esto en la guerra de la OTAN en Afganistán.

Por increíble que parezca, la OTAN se enorgullece de “incorporar” la cuestión de género en sus estructuras y actividades. En su página web aseguran que “la OTAN y sus socios están fomentando el papel de la mujer en sus operaciones y misiones” y ampliando los conocimientos y destrezas disponibles en materia de “género y diversidad”. El año pasado los Comandos Estratégicos recibieron instrucciones para la integración de la Resolución 1325 sobre “Mujeres, paz y seguridad” de la ONU en la Estructura de Comandos de la OTAN. La OTAN tiene una “Oficina de perspectivas de género”, donde se ha nombrado a asesores especializados en estas cuestiones. Se va a publicar un informe de ejecución sobre esto para la Cumbre de Lisboa.[4]

Habida cuenta de las repercusiones para las mujeres de la campaña de la OTAN en Afganistán, la sensibilidad de género autoproclamada de la Alianza no puede más que acentuar el escepticismo feminista sobre esa “transversalidad de género”. Se trata simplemente de una alianza de grandes potencias occidentales que explota el concepto de “liberalización de las mujeres afganas de la opresión de los talibán” para justificar la invasión del país. La inseguridad de las mujeres se ha multiplicado debido al caos y la brutalidad que han reinado en los últimos diez años de conflicto armado. Y ahora los intrusos anuncian sus planes para escapar de todo eso y negociar la recuperación del poder por parte de… los talibán. Seguramente las mujeres afganas tengan mucho que reprocharle a la ONU. Y las mujeres de los países miembros de la OTAN no nos quedaremos atrás.

Cynthia Cockburn
Mujeres de negro, Londres

Notas

[1] Podéis acceder a las conclusiones del taller en el siguiente vínculo http://www.wloe.org/The-workshop.555.0.html
[2] “La OTAN y el tráfico de mujeres”, Sian Jones. El Fusil Roto, nº81, febrero de 2009.
[3] “From “soft” power to “hard” power: the militarization of the European Union as an attempt to shed its “feminine” identity.’ (De potencia “débil” a potencia “fuerte”: la militarización de la Unión Europea en un intento por acabar con su identidad “femenina”), Stephanie Anderson. Ponencia presentada en la 49 convención anual de la Asociación Internacional de Sociología en San Francisco el 26 de marzo de 2008. http://www.allacademic.com/meta/p251752_index.html.
[4] Fuente: http://www.nato.int/cps/en/natolive/topics_56984.htm#Roles, acceso: 18.08.10.

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