Hacerse cargo del pasado para consolidar la paz

Introducción

A medida que nos aproximamos a la segunda década del siglo XXI, la proliferación de los conflictos en todo el mundo ilustra la necesidad urgente de hacernos cargo del pasado, resistirnos a la guerra y consolidar la paz. Este artículo habla sobre el desafío de hacerse cargo del pasado, un asunto de suprema importancia para los grupos de la IRG en países que están reemergiendo de guerras o de regímenes autoritarios, tales como el apartheid o dictaduras militares. Hay una tensión constante entre la búsqueda de la paz a través del rescate de la verdad y la utilización de esta como base para la reconciliación, y el uso de la evidencia generada por medio de dicho proceso para perseguir judicialmente a los presuntos criminales de guerra. En otras palabras, existe una tensión entre la investigación de crímenes de guerra con miras a establecer responsabilidades y sancionar a los autores, por un lado, y la instauración de una nueva base para la coexistencia a través del reconocimiento y la reconciliación.

El contexto de los procesos de paz

La identificación de maneras más efectivas de estabilizar y mejorar las condiciones de vida y bienestar de los ciudadanos afectados por la guerra es un problema central de todo proyecto de consolidación de paz. En 1992, la Agenda para la Paz, publicada por el entonces Secretario General de la ONU, Butros Butros-Ghali, definió “consolidación de la paz” como el proceso de mediano a largo plazo de reconstrucción de comunidades afectadas por la guerra. Definió la consolidación de la paz como “acciones dirigidas a identificar y apoyar estructuras tendientes a fortalecer y solidificar la paz para evitar una recaída al conflicto.” [1] Con el tiempo, este concepto se ha “expandido gradualmente para referirse a los enfoques integrales que abordan el conflicto violento en las diferentes fases del ciclo conflictivo.” [2] Fundamentalmente, la consolidación de la paz implica hacerse cargo de las causas primarias del conflicto y habilitar a las partes enfrentadas para que busquen soluciones por medio de la negociación y, en caso necesario, la mediación. El objetivo principal de estas acciones es propiciar la recuperación de las comunidades afectadas por la guerra haciéndose cargo del pasado y promoviendo la reconciliación. Sin embargo, la reconciliación no se sostiene sin reconstrucción y desarrollo socioeconómico. Y nada de esto es posible sin la movilización de recursos. La consolidación de la paz es de hecho una acción política, pero una que busca integrar las esferas judicial, social y económica.

Qué significa hacerse cargo del pasado

Hacerse cargo del pasado implica establecer procesos de justicia y reparación como medios para promover la consolidación de la paz y la reconciliación. En 1997, la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (antecesora del Consejo de Derechos Humanos de la ONU) aprobó los Principios para la Lucha contra la Impunidad, estableciendo los derechos de las víctimas y las obligaciones de los estados. Estos principios identifican cuatro procesos claves y paralelos, necesarios para mitigar la impunidad, a saber:

  • el derecho de saber;

  • el derecho a la justicia;

  • el derecho a la reparación; y

  • la garantía de no repetición.

Los procesos se basan en el afrontamiento de los horrores del pasado y en la toma de determinadas medidas judiciales y semi-judiciales para resguardar que no se repitan abusos similares en el futuro.

Algunos de los procesos para lidiar con el pasado caen bajo la rúbrica de la “justicia transicional”, un término que aún genera controversia. [3] Específicamente, la justicia transicional busca fomentar procesos e instaurar mecanismos e instituciones que afronten el pasado y aborden los problemas claves que hayan sustentado la represión política o avivado el conflicto. [4] La justicia transicional “busca abordar los desafíos que enfrentan las sociedades en su paso de un estado autoritario a una forma de democracia.” [5] La mayoría de las veces, tales sociedades emergen de un pasado de brutalidad, explotación y victimización. En este contexto, el objetivo de la justicia transicional no es reemplazar a la justicia criminal, sino más bien promover “una visión de la justicia más profunda, enriquecida y amplia, con el propósito de enfrentar a los criminales, atender las necesidades de las víctimas e iniciar un proceso de reconciliación y transformación hacia una sociedad más justa y humana.” [6]

El objetivo principal de un proceso de justicia transicional es establecer un marco semi-judicial que pueda desmantelar los efectos del pasado sobre el presente. Sudáfrica sigue siendo un modelo importante en este sentido. Una necesidad elemental de la transición sudafricana fue hacerse cargo del pasado a través de procedimientos que fueran reconocidos y aceptados por los interlocutores claves afectados por las profundas divisiones del pasado. También es necesario no perder de vista el hecho de que la justicia transicional es, precisamente, un proceso “transicional”, que no debe ser visto como la solución definitiva a las atrocidades del pasado. Es más bien un proceso transitorio que deberá dar paso al estado de derecho y la restauración de un orden constitucional que dirija y resuelva las tensiones sociales, políticas y económicas al interior de la sociedad. Los órganos tales como las comisiones de verdad y reconciliación o los tribunales especiales, son instituciones temporales con plazos específicos y no deben ser vistos como una solución permanente.

Hay al menos cinco maneras de hacerse cargo del pasado por medio de procesos de justicia transicional, según una publicación titulada Pieces of the Puzzle: Keywords on Reconciliation and Transitional Justice y recopilada por el Instituto para la Justicia y la Reconciliación de SudáfricaÉstas son:

  • asegurar la transparencia en la administración imparcial de la justicia y restaurar el estado de derecho;

  • utilizar mecanismos no judiciales para descubrir la verdad, tales como comisiones de verdad y reconciliación;

  • la reconciliación, donde los creadores y ejecutores del sistema injusto reconozcan la memoria consensuada acerca de las atrocidades del pasado, como requisito para la promoción del perdón y la reconciliación;

  • reformar las instituciones de los poderes ejecutivo, judicial y legislativo, así como del ámbito de la seguridad, para asegurar la recuperación de un grado de confianza y la reconstrucción de vínculos entre los miembros de la sociedad;

  • otorgar reparaciones a las víctimas de violaciones a los derechos humanos, incluyendo violencia de género, como forma de enmendar el daño sufrido en el pasado.

Enfoques culturales para hacerse cargo del pasado

Diversas culturas han desarrollado sus propios modelos de promoción de la paz y la reconciliación, así como de justicia punitiva. Lo que es evidente es que los modelos de justicia y reconciliación desarrollados en una cultura no pueden ser trasplantados a otra sociedad. Esto sugiere que cada sociedad debe decidir qué enfoque cultural de reconciliación ofrece mayor probabilidad de sostener la paz y fomentar la justicia y la reconciliación por los abusos del pasado. Cada cultura debe extraer las lecciones que pueda aprender de sus procesos de paz y reconciliación, de manera que pueda compartir este conocimiento con la comunidad global.

El caso de Ruanda

Hace veinte años, Ruanda había tocado fondo. Perdimos a un millón de personas; diez mil personas morían cada día a manos de ruandeses. El genocidio es un ejemplo de lo peor que puede hacer el ser humano. La reconciliación nos está mostrando lo mejor de los seres humanos, mientras trabajamos para dejar este trágico pasado atrás.

El Genocidio destruyó el tejido social de Ruanda que había sido dañado deliberadamente por décadas. Nuestra labor como nación emergente en los últimos veinte años ha sido restablecer la cohesión social y la dignidad de los ruandeses.

De la tragedia, nosotros sacamos energía y renovación. Hemos obtenido la capacidad de trabajar en conjunto. No aprender de la tragedia que se acaba de pasar es una manera de dejar la puerta abierta a una nueva tragedia.

Algunas de las iniciativas locales inspiradas en la cultura ruandesa son:

INGANDO:(campamentos de solidaridad):

Una acción de educación cívica que ha facilitado la reintegración fluida de ex retornados, X-FARs en retiro y prisioneros liberados temporalmente de vuelta a sus comunidades. Está dirigido, entre otros, a mujeres, jóvenes, estudiantes universitarios y dirigentes locales.

INGANDO ofrece espacios para que los ruandeses se reconcilien con su pasado, enfrentando la historia y forjando una visión en común para un futuro en unidad.

ITORERO RY’IGIHUGU:

También se trata de una iniciativa local inspirada en la cultura ruandesa, que consistía en una escuela tradicional ruandesa que inculcaba valores morales de integridad y la capacidad de lidiar con los propios problemas.

Itorero ry'Igihugu ha sido rescatada para promover los valores de la unidad, la verdad y la cultura del esfuerzo.

GACACA

Las GACACA son tribunales comunitarios tradicionales. La iniciativa de los tribunales GACACA llega en un momento oportuno, ya que posibilitará lo siguiente:

Permitirá descubrir la verdad sobre el Genocidio y los crímenes contra la humanidad; Pondrá fin a la cultura de la impunidad en Ruanda; Reconciliará al pueblo ruandés y fortalecerá los lazos entre las personas; Rescata formas tradicionales de administrar justicia de acuerdo a la cultura ruandesa; Demuestra la capacidad de las comunidades locales de resolver sus propios problemas; Ayuda a resolver algunos de los múltiples problemas provocados por el Genocidio.

ABUNZI:

Reconciliadores comunitarios que resuelven conflictos cotidianos antes de derivarlos a los tribunales.

Conclusión

Hacerse cargo del pasado es una parte vital de la estrategia general de resistir y prevenir la guerra. En un sentido concreto, posponer la justicia puede evitar la reconciliación. Sin embargo, la búsqueda ciega de la intervención judicial también puede aumentar la tensión en un país y socavar la posibilidad de consolidar la paz. Suelen ser los ciudadanos las víctimas directas de los regímenes opresivos y represivos, por lo cual es necesario su compromiso activo en el seguimiento y en la concientización sobre la eficacia de los mecanismos para hacerse cargo del pasado y de los procesos de consolidación de la paz. Por lo tanto, es necesario un cambio progresivo que enfatice la participación activo de los ciudadanos en el control de la incorporación de estrategias para lidiar con el pasado. Finalmente, la guerra seguirá siendo una forma predominante de interacción humana a menos que logremos comprender y establecer procesos efectivos para hacernos cargo del pasado con el propósito de promover la paz.

El futuro no está en el pasado. No podemos vivir en el presente ni forjar un futuro nuevo y prometedor para nosotros mismos si nos estamos siempre estancando en el pasado.

La sanación de los abusos que produce el perdón genuino toma tiempo. Para algunos pueden ser años. No debemos acelerarlos. ¡Esto nos ayudará a concentrar nuestra energía en sanar, no en el daño!

Ser capaz de perdonar puede otorgar un sentimiento de paz y bienestar. Quita la ansiedad y libera de la depresión. Puede mejorar el autoestima y brindar esperanza.

El perdón ofrece la posibilidad de dos clases de paz: la paz del espíritu –la posible recuperación de viejas heridas emocionales– y la paz con el prójimo… la posibilidad de relaciones renovadas y más gratificantes en el futuro.

Los débiles no pueden perdonar. El perdón es el atributo de los fuertes.” - Mahatma Gandhi

El Dr. Tim Murithi es presidente de programa del Instituto para la Justicia y la Reconciliación, Ciudad del Cabo, Sudáfrica,www.ijr.org.za

Dora Urujeni es representante legal de MEMOS, Learning from History, Ruanda.

Traducción: César Pérez

 

1 Boutros Boutros-Ghali, An Agenda for Peace: Preventive Diplomacy, Peacemaking and Peacekeeping, New York: ONU, 1992.

2 Necla Tschirgi, Peacebuilding as the Link between Security and Development: Is the Window of Opportunity Closing?, (Nueva York: International Peace Academy, 2003), p.1.

3 United Nations Security Council, The Rule of Law and Transitional Justice in Conflict and Post-Conflict Societies, Informe del Secretario General, S/2004/616, 23 de agosto de 2004, p.3.

4 N. Kritz (ed), Transitional Justice: How Emerging Democracies Reckon with Former Regimes, (Washington, D.C.: 1995); y A. J. McAdams, Transitional Justice and the Rule of Law in Democracies, (Notre Dame: Notre Dame University Press, 1997).

5 Alex Boraine, ‘Transitional Justice’, in Charles Villa-Vicencio and Erik Doxteder (eds), Pieces of the Puzzle: Keywords on Reconciliation and Transitional Justice,(Cape Town: Institute for Justice and Reconciliation, 2004), p.67.

6 Boraine, ‘Transitional Justice’, p.67.

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