Esta tierra no nos pertenece

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"Esta tierra no nos pertenece. Nosotros pertenecemos a ella”. Esta cita fue tomada de una entrevista a Hadassah Froman, en relación a su difunto esposo —Menachem Froman, rabino del asentamiento cisjordano1 de Tekoa, cercano a Belén—.

Mi nombre es Arni. Nací en Israel al igual que mis padres. Mis abuelos llegaron aquí desde Europa del Este en la década de 1930, cuando el régimen nazi ganó poder en Alemania. Por más de cinco años, serví en la Fuerza Aérea de Israel como oficial de inteligencia. Después de viajar por el mundo y abrir mi mente a nuevas ideas y visiones, decidí comprometerme a traer paz, tanto interior como exterior, concretamente en Israel–Palestina. Esto, por supuesto, me llevó a dejar mi unidad militar como oficial de reserva y a comenzar una investigación sobre las cuestiones sociales y ambientales que subyacen en la mayoría de las guerras

Durante el último año y medio, he formado parte de un proyecto base denominado EcoME, acrónimo de Ecological Middle-East (‘Oriente Medio ecológico’). El proyecto está ubicado cerca de Jericó, en Cisjordania, con el propósito de que los palestinos tengan acceso a él, dado que ellos necesitan permisos especiales para pasar al lado israelí. El proyecto busca reunir a palestinos, israelíes e internacionales para llevar a cabo un trabajo de paz en relación con la tierra —la conexión que todos tenemos con la madre naturaleza y, en particular, con el pedazo de tierra que algunos llaman Palestina, otros Israel, y que todos nosotros la vemos como nuestro hogar—.

El proyecto se creó el 15 de diciembre de 2010, cuando cinco profesionales de los campos de la educación medioambiental y exterior, la arquitectura ecológica, la permacultura, la energía renovable y la facilitación intercultural se comprometieron a poner en marcha el proyecto EcoME Centre.

EcoME es un experimento de convivencia intercultural dedicado a recoger y compartir el conocimiento de paz mediante la exploración de modos de vida social, espiritual y medioambientalmente sustentables. Es un lugar en donde deseamos explorar la convivencia de forma holística y abordar el trabajo de paz desde múltiples niveles.

 

Hay alrededor de diez compañeros que viven allí en la actualidad —hombres y mujeres, y a veces niños, israelíes, palestinos, alemanes, suecos y keniatas, además de 5-10 voluntarios de todo el mundo que van cambiando con el tiempo—. Ofrecemos talleres, capacitación, encuentros, viajes al desierto y procesos comunitarios que reúnen a palestinos, israelíes e internacionales. Nuestros talleres incluyen comunicación no violenta, cursos intensivos de inmersión lingüística, yoga y otras prácticas cuerpo-mente, permacultura, artes y más.

Decidí empezar con la cita del rabino Froman porque creo que una de las ideas más significativas que este proyecto desea resaltar es que la tierra no nos pertenece. Ni a los israelíes ni a los palestinos. Ni siquiera a los otros seres humanos. La tierra está aquí desde antes que nosotros y seguirá por millones de años, después de que nos hayamos ido. La pregunta más importante es qué haremos con ella mientras estemos acá. ¿Nos peleamos por los recursos y tratamos de obtener el control de “nuestra” gente o tratamos de cuidar la tierra, de sanarla, de armonizar con ella y con todos los otros seres vivos con los que convivimos en este lugar?

Es posible ver algunos de estos principios en las reglas que decidimos incorporar a EcoME, unas pocas reglas sencillas creadas con la intención de incluir lo más que se pueda a la mayoría de las personas y animales que viven a nuestro alrededor. Las reglas son las siguientes:

1. EcoME es un espacio libre de drogas y alcohol.

2. Las armas están prohibidas.

3. La cocina es vegetariana: no traiga ninguna clase de carne.

4. Por favor, tenga en cuenta las diferencias culturales y sea delicado en cuanto a las prendas de vestir o a tocar a otras personas.

Estas reglas se crearon para fomentar la inclusión, aunque de cierta forma excluyen, por supuesto, a diferentes personas y culturas. Es importante entender las culturas tradicionales judía y musulmana para poder identificarse con ellas.

La regla que prohíbe las armas en este lugar es muy firme y pretende crear una especie de igualdad entre la gente. Dado que la sociedad israelí judía está altamente armada —mientras que para los palestinos está prohibido y es peligroso portar armas o incluso cuchillos—, con esta regla, tratamos de eliminar parte de la desigualdad que nos rodea y que fue creada mediante la fuerza militar. No tiene sentido que un palestino y un israelí asistan juntos a un curso de comunicación no violenta, mientras que uno de ellos lleva un arma. Desde ya, esto no elimina el uso asimétrico de armas entre palestinos e israelíes en general, pero sí trata la asimetría en este contexto.

La otra regla de la que podemos aprender se refiere a la política de no comer carne. Las sociedades convencionales palestina e israelí son consumidoras regulares de carne. Que prohibamos la carne en EcoME es algo raro para mucha gente. Cuando nos preguntan el porqué, les explicamos la perspectiva holística del trabajo de paz, así como también otras razones, tales como los problemas que se refieren a la carne kósher o halal y también al impacto ambiental de la producción y el consumo de carne.

No se puede separar la falta de agua que muchos palestinos padecen (debido a razones políticas) del hecho de que, para la producción de un kilo de carne de vaca, se consume alrededor de 15000 litros de agua. Si queremos crear una realidad en la cual los recursos sean suficientes para todos, no podemos seguir consumiendo de manera tan irresponsable y debemos tomar conciencia de las consecuencias de nuestros actos.

Es muy difícil convencer a la gente con estas ideas en tanto que a nuestro alrededor el ejército continúa controlando a las personas, los aviones de combate pasan rugiendo por encima de nosotros y las religiones y las empresas alimentarias nos piden que sigamos consumiendo carne.

Ayer, mientras le daba un tour por EcoME a un palestino, me gritó: “¿Cómo puede hablar sobre ser vegetariano y de no matar los pollos cuando fuera de aquí sus soldados nos están matando?”. Lo miré con compasión y entendí que él tenía razón y al mismo tiempo pensé que, mientras usemos la fuerza para controlar y matar a los animales solo porque son más débiles e inocentes, probablemente lo sigamos haciendo entre nosotros.

 

Podría llevar varias décadas más transformar una sociedad militarizada en una mucho más pacífica y no violenta. Entretanto, podemos utilizar los regalos de la tierra, y nuestra conexión con ella, para recordarnos que no deberíamos pelear por la tierra, sino trabajar juntos para renovarla y compartir de manera justa la abundancia que tenemos. En EcoME, en cierta medida, tratamos de implementar con éxito este enfoque, con la esperanza de que otros lugares y proyectos se conecten a las mismas ideas y promuevan un cambio radical en nuestra realidad social y medioambiental.

Finalizaré con otra cita, esta vez, de un pastor: “Debemos aprender a convivir como hermanos o a morir juntos como tontos (Martin Luther King Jr.)”.

Contáctenos a través de www.ecomecenter.org.

1 Aldea o pueblo israelí judío construido en la tierra palestina que ocupó Israel en la guerra de 1967. Es ilegal conforme al derecho internacional.

Traducción al español: Mabel Pedemonte

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