La militarización de la juventud en Chile

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Al relacionar militarización y juventud en este país, necesariamente debemos mirar hacia atrás y percatarnos de los cientos de años de militarismo en la Historia de esta zona: ocupaciones territoriales y violentas por colonias europeas, construcción de "héroes de la patria" como ejes motivacionales del patriotismo, legalización de la formación de militares por medio de la obligatoriedad, gasto militar exponencial versus la dieta del gasto social, inserción de prácticas militares en las escuelas civiles y mutación de las fuerzas armadas acorde al modelo económico imperante. Todos estos dardos han ido a parar hacia el grupo poblacional más vulnerable económica, pero potencialmente fuerte en términos políticos: los/las niños/as y jóvenes de este país. La vulnerabilidad de este sector de la población permite que la militarización se instale cómodamente y desde ahí poder neutralizar posibles focos de resistencia a la militarización. En la actualidad, el militarismo se inserta en la sociedad, en la juventud y en la niñez, a través de tres planteamientos: generar violencia fáctica, lo que está ocurriendo en el sur del país contra el pueblo Mapuche, actuar amparado por la legalidad y obligatoriedad del servicio militar, directamente en los jóvenes, y construir imaginarios por la vía de la educación formal. Estos tres planteamientos, algunos de mediano y largo plazo, se complementan entre sí. Sin embargo se destacan individualmente dependiendo de los objetivos particulares del Estado y de su brazo armado.

Militarización Territorial y violencia desmedida en territorio Mapuche.

Si bien el hostigamiento por parte del Estado chileno hacia el pueblo Mapuche se remonta desde el siglo XIX, ha sido en estos últimos años que se ha visto uno de los escenarios más violentos en las tierras del sur. El intento por parte del pueblo Mapuche de recuperar las tierras usurpadas, ha llevado a que el Estado militarice la zona a través del resguardo permanente de los predios privados, y que ataque con armamento pesado a comunidades Mapuches. El resultado de la ocupación militar ha generado la violación de Derechos Humanos, muerte de comuneros Mapuches, el arresto de líderes de comunidades, entre otros perjuicios. La construcción de una "zona militarizada" ha permitido que niños y niñas se desarrollen en un espacio hostil e inseguro, mientras que las y los jóvenes han reaccionado por medios violentos y no violentos, en defensa de su pueblo.

Servicio Militar: Obligatorio.

El Servicio Militar en Chile es obligatorio para los hombres y voluntario para las mujeres. Además el ejército cuenta con el instrumento de inscribir automáticamente a los jóvenes, ya que la legislación permite que los datos personales de los posibles acuartelados sean traspasados desde el Registro Civil de Identificación Nacional al ejército. Desde hace media década que el sistema de acuartelamiento consta de dos etapas, primeramente se da plazo para que se llenen las vacantes de manera voluntaria y luego, si no se llenan las vacantes, se realiza un sorteo con los jóvenes que por ley les corresponde acuartelarse. Debido a las movilizaciones estudiantiles de 2006 a la fecha, los jóvenes se han mostrado reacios a realizar el Servicio Militar, sin embargo, la fuerte campaña propagandística que realiza el ejército permite que los cupos se sigan llenando sin necesidad de realizar sorteo alguno. La campaña de propaganda va orientada principalmente a los beneficios económicos y educativos que se tendrá al ingresar al Servicio Militar Obligatorio, y resalta la imagen de "soldado/héroe" del país, ejemplificado con la participación positiva de los militares en momentos de catástrofes naturales.

Adoctrinamiento militar en las escuelas.

En los programas educacionales entregados por el ministerio de educación, se genera de manera explícita cierta dicotomía: por un lado va orientado al fortalecimiento de la educación cívica y a la reflexión de los hechos repudiables de la Historia realizados por ejércitos y militares (Holocausto nazi, lanzamiento de bombas atómicas, guerras mundiales, etc.), pero no hace ninguna crítica al militarismo local, al contrario, se enaltece a los militares héroes y se describen las "victorias" bélicas del país, promocionando el patriotismo y la xenofobia. La teorización del militarismo, mostrándolo como natural e incuestionable, genera que jóvenes, niños y niñas vean de manera "normal" cualquier intervención militar. Es más, se potencia dicha aceptación a partir de ceremonias en fechas memorables para el ejército, en donde las escuelas detienen sus clases para celebrar el efemérides. Además, en el cotidiano escolar se generan prácticas que nacieron de los cuarteles pero que se instalaron hace bastante tiempo en espacios civiles: brigadas seudo-militares que velan por el orden en los recreos, bandas de música militar, uniforme y protocolo de orden muy parecido al de las escuelas castrenses (pelo corto, zapatos lustrados, insignia al descubierto, etc.) y otras prácticas que acompañan a los/las estudiantes en todo su proceso escolar.

Si bien no son los únicos planteamientos para persuadir o, lisa y llanamente, dañar a la sociedad civil, los militares chilenos saben muy bien que su posición es privilegiada y avalada por sectores amplios. Sin embargo, existe el temor de que los/las jóvenes generen cambios radicales en la sociedad, dando paso a nuevas formas de convivencia libertarias, no autoritarias y justas. Un escenario así significaría despojar a las fuerzas militares de toda virtud.

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